Nadie deja de pagar porque quiere.
Cuando esto ocurre es porque hay un descenso de tus ingresos y hay que elegir dónde poner el dinero que queda.
Todos estamos expuestos, y más en estos tiempos que nos ha tocado vivir.
Por educación estas acostumbrado desde pequeño a atender tus recibos, y cuando no puedes hacerlo te sientes fatal, tienes malestar, no descansas, te ocultas porque te sientes perseguido, estás irascible... cada vez que te suena el teléfono te recorre un escalofrío por el cuerpo... y no encuentras la salida.
Además las entidades a las que debes se han organizado para incluirte en una lista que encima te ahorca más aún... No puedes pedir un crédito, ni una tarjeta, ni siquiera puedes sacar a plazos una lavadora o poner el recibo de la luz a tu nombre, y una larga lista más de impedimentos que te "obligan" a pedir favores a familiares y amigos, hundiéndote más aún en tu sensación de agobio.
Sabes de lo que hablamos... ¿verdad?